Ionica

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Desde el apartamento de la abuela, Ionica mira a travez de sus lágrimas a los muchos edificios sombríos de Bucarest, la ciudad más grande de Rumania. Ionica llora porque en el triste apartamento en el quinto piso faltan tantas cosas para un niño de seis años. No tiene papá; no tiene mamá. falta dinero y por supuesto falta comida. Separado de sus hermanos, Ionica aprende de Dios quien oye la oración y la contesta, aun la oración de un muchachito.